Hablemos de esa entidad que
tiene uno de los comportamientos más interesantes jamás conocido: Antes de
comenzar a discurrir sobre lo que se conoce de ese malandro incorregible,
mujeriego, obstinado, callejero, pero de un corazón enorme, es preciso que se
entienda que toda entidad, tiene una historia, una cultura, pues fue tan humano
como nosotros cuando encarnada. Luego del desencarne, y la consecuente
espiritualización, podrá ocurrir que su manifestación se venga a dar en otros
centros regionales, diferentes del que consta en su biografía humana y así
cuando manifestada, podrá demostrar otras culturas, que no son las de su
procedencia humana. Eso quiere decir que la misma entidad podrá manifestarse
diferentemente en lugares diferentes, sin que eso implique en una mistificación
de los médiums que la intermedia. Tal hecho acontece porque, por la necesidad
del ingreso en las falanges espirituales, a fin de prestar su trabajo en esta
nueva ropa, los espíritus, ahora desencarnados, se aproximan de esta o de
aquella falange, por simpatía o determinación superior, pero guardan
características bastante marcantes de sus existencias materiales. Entendiendo
mejor: Zé Pelintra, tiene como característica principal, el malandraje (la
bohemia), el amor por la noche (vida nocturna). Tiene una gran atracción por las
mujeres especialmente aquellas de la noche, además de otras características que
marcan la figura del malandro. Eso quiere decir que en varios lugares de
culturas y características regionales completamente diferentes, siempre habrá un
malandro. El malandro de Pernambuco, danza côco, xaxado (danzas populares), pasa
la noche entera en el baile; En Río de Janeiro él vive en la Lapa, gusta del
samba y pasa sus noches en la gafieira (danza popular que se baila muy
agarrado). Actitudes regionales bien diferentes, pero que marcan exactamente la
figura del malandro. Eso bien explicado, vamos a conocer mas de cerca ese gran
camarada.
José Gomes da Silva, nacido en el interior de Pernambuco, era un negro fuerte y ágil, gran jugador y bebedor, mujeriego y peleador. Manejaba el cuchillo como nadie, y enfrentarlo en una pelea era lo mismo que firmar un certificado de defunción. Los policías ya sabían del peligro que él representaba. Difícilmente lo encaraban solos, venían siempre en grupo y así mismo no tenían la certeza de no salir bastante perjudicados de las discusiones en que con él se envolvían. No era de mal de corazón, todo lo contrario, era bueno, principalmente con las mujeres, las cuales trataba como reinas.
José Gomes da Silva, nacido en el interior de Pernambuco, era un negro fuerte y ágil, gran jugador y bebedor, mujeriego y peleador. Manejaba el cuchillo como nadie, y enfrentarlo en una pelea era lo mismo que firmar un certificado de defunción. Los policías ya sabían del peligro que él representaba. Difícilmente lo encaraban solos, venían siempre en grupo y así mismo no tenían la certeza de no salir bastante perjudicados de las discusiones en que con él se envolvían. No era de mal de corazón, todo lo contrario, era bueno, principalmente con las mujeres, las cuales trataba como reinas.
Su vida era la noche, su alegría
las cartas, los dados, la bebida, la juerga, las mujeres y porqué no, las
peleas. Jugaba para ganar, pero no gustaba de engañar a los incautos, siempre
los perdonaba, y los dejaba ir, aunque fuera necesario darles un escarmiento.
Pero por el contrario, a los falsos expertos, aquellos que se creían mas capaces
en el manoseo de las cartas y los dados, a estos los engañaba cuanto podía y los
consideraba como los verdaderos otários. Los incentivaba al juego, perdiendo a
propósito inicialmente, cuando las apuestas todavía eran bajas y vaciándolos
completamente al final de las partidas. Eso bebiendo aguardiente, cerveza,
vermouth, y otras bebidas alcohólicas que haya.
Esta entidad anduvo por el mundo,
sus manifestaciones se presentan en todas partes del mundo. Hubo noticias en los
diarios, de una médium que lo incorporaba en los Estados Unidos, así como otros,
en varias localidades.
En Río de Janeiro se aproximó al
arquetipo del antiguo malandro de Lapa, cantado en historias, músicas y obras de
teatro. Algunos gustan vestirse al estilo. Terno Blanco y corbata. Pero la
mayoría, gusta mismo de ropas leves, camisas de seda, y justifican su gusto
recordando que la seda les protege de los cortes de navaja, arma blanca común
entre los malandros. Beben de todo, desde caña hasta whisky, fuman la mayoría de
las veces cigarros, pero utilizan también el tozcano. Son cordiales, alegres,
danzan la mayor parte del tiempo y les gustan usar sombreros Panamá.
Se pueden envolver en cualquier
tipo de asunto y tienen la capacidad espiritual bastante elevada para
resolverlos, pueden curar, desamarrar, desmanchar, como pueden proteger y abrir
caminos. Tienen siempre grandes amigos entre los que van a visitarlos en sus
sesiones o fiestas.
Existen también las manifestaciones
femeninas del malandraje: Maria Navalha es un buen ejemplo. Se manifiestan con
características semejantes a los malandros, danza, samba, bebe y fuma de la
misma manera. A pesar del aspecto rudo, demuestra siempre mucha feminidad. Ellas
son vanidosas, gustan de regalos bonitos y de flores, principalmente las rosas
rojas, además de gustar de vestirse muy bien.
A pesar de ser tratado muchas veces
como Exu, Zé Pelintra no es Exu. Esa idea existe porque cuando no son
homenajeados en fiestas o sesiones particulares, se manifiestan tranquilamente
en las sesiones de Exu y al mezclarse, ellos se muestran como ellos. En el
Nordeste del país, mas precisamente en Recife, inclusive vistiendo como malandro,
la figura de Zé Pelintra, tiene una connotación completamente diferente. Allí,
el es doctor, es curador. Es Mestre y es muy respetado. En pocas reuniones no
aparece seu Zé. Lá vem Zé, lá vem Zé, Lá vem Zé, lá da Jurema.(bis).
La Jurema aquí cantada, es el local
sagrado donde viven los Mestres del Catimbó, religión fuerte del Nordeste, muy
próxima a la Umbanda, pero que mantiene sus características bien independientes.
En la Jurema, Seu Zé, no tiene la menor connotación de Exu, a no ser cuando la
reunión es de izquierda, porque el Mestre tiene esa capacidad, tanto puede venir
en la derecha como en la izquierda. Cuando viene en la izquierda, no es que
venga a practicar el mal, es justamente lo contrario, viene revestido de ese
tipo de energía para poder cortar con mas propiedad las negatividades y así
ayudar mas fácilmente a los que de él necesitan.
En el Catimbó, Seu Zé usa bastón,
pero puede ser cualquier cayado, fuma pipa y bebe caña. Danza Côco, Baião y
Xaxado, sonríe a las mujeres, bendice a todos, que de manera cariñosa y
respetuosa lo abrazan, llamándolo de «Meu Padrinho»
*malandro; ventajero, estafador,
bandido
ZÉ PELINTRA EN EL
CATIMBÓ ÉS TRATADO DE DOCTOR
La Umbanda, religión brasilera, es
una mezcla de Cristianismo, Espiritismo, Catolicismo, culto a los orixás y
Catimbó. La Umbanda tiene su edificio solidificado en las bases principales del
evangelioo cristiano, y su mayor ley es Amar a Diós sobre todas las cosas y el
amar al prójimo como a si mismo. La Umbanda es una religión, espírita - magista,
trabaja con los espíritus desencarnados, de diversas fajas vibratorias, tiene su
catecismo en simbologías enigmáticas (Puntos riscados, cantados, velas
coloridas, etc.) A Umbanda de Zé Pelintra está volcada a la práctica de la
caridad (fuera de la caridad no hay salvación), tanto espiritual como material
(Ayuda entre hermanos), propagando que el respeto al ser humano, es la base
fundamental para el progreso de cualquier sociedad. Zé Pelintra también predica
la TOLERÂNCIA RELIGIOSA, sin la cual el hombre viviría constantemente en
guerras.
Para Zé Pelintra, todas las
religiones son buenas, y el principio de ellas es hacer espiritualizar al
hombre, aproximándose cada vez mas a los valores reales, que son Diós y las
obras espirituales. En la humildad que le es peculiar, Zé Pelintra, afirma que
todos son siempre aprendices, aunque esten en grados evolutivos superiores, pues
quien sabe mas, debe enseñar a quien todavía no aprendió y comprender a aquel
que no consigue saber.
Zé Pelintra, espíritu de la Umbanda
y mestre catimbozeiro, hace sus oraciones por el pueblo del mundo, independien-temente
de sus religiones. Predica que cada uno recoja aquello que siembra, y que el
plantío es libre, pero la colecta es obligatoria. Zé Pelintra hace de la Umbanda,
el lugar de encuentro para todos los necesitados, procurando solución para el
problema de las personas que le buscan. Zé Pelintra es el médico de los pobres y
abogado de los injusticiados, es devoto de San Antonio, y protector de los
comerciantes, principalmente Bares, Restaurantes y Boites, y siempre recurre a
Jesus, fuente inagotable de amor y vida. En la gira que Zé Pelintra participa
son invocados los caboclos, pretos velhos, baianos, marinheiros y exus. La gira
de Zé Pelintra es muy alegre y con excelente vibración, y también disciplina es
lo que no falta. Entidades de luz, carismáticas, llegan en los terreiros de
umbanda, con su "samba no pé", su cigarro en la boca, sombrero de panamá de lado
con toda la pinta de un malandro.No es originario de la umbanda, tiene como su
origen, los rituales de catimbó, provenientes del Nordeste brasilero, donde
hasta hoy es cultuada la imagem del malandro Zé Pelintra, jefe de la línea de
los malandros. Zé Pelintra nació en el nordeste, probablemente en Recife y vino
a Rio de Janeiro, donde se refugió en la Lapa y un cierto dia fue asesinado a
cuchilladas en una pelea de bar.
Podemos citar además de Seu Zé
Pelintra, Seu Chico Pelintra, Cibamba, Zé da Virada, Seu Zé Malandrinho, Seu
Malandro etc. Los malandros vienen en la línea de exú, pero malandros no son
exús! Ellos se enojan cuando son confundidos o comparados con exú, pues
malandros son entidades de la calle, así exú que con ogum son dueños de la
calle, las prestan para que los malandros puedan malandrear. Al contrario de los
exús que están en las encruzijadas, encontramos los malandros en bares, subidas
de cerros, fiestas y mucho mas. Su comida: 7 pedazos de carne seca e carne seca
con farofa. Su bebida: cerveza blanca bien helada. Su habitat: subida de cerros.
Su color: rojo y blanco o negro y blanco.
Hotra historia dice como leyenda urbana carioca, que José dos Santos, habiendo sido un mulato fuerte que comenzó su vida social trabajando en la estiba
del puerto de Río de Janeiro, luego, por circunstancias de la vida -esa
vida a veces negada en muchas oportunidades en esos años, para aquellos
que pertenecían
a una clase social “baja”-, cambió de rubro, dedicándose por entero a
la “rua”, con todo lo que la calle implicaba: bebida, mujeres, timba,
navajas; convirtiéndose en un erudito del sexo y la canción, en todo un
profesor de filosofía popular, en un excelso catedrático de la bebida y
el juego de azar.
Carioca él... tan carioca, que luego de su muerte, que unos dicen fue por infarto en la vía pública, otros por puñaladas de una mujer, sus opuestos insisten que fue por las puñaladas del “macho” de dicha mujer, otros más, dicen fue a manos de la policía en un enfrentamiento callejero, donde no le dieron tiempo a levantar la pata para deslizar con agilidad gatuna sus golpes de capoeira, ni ángulo suficiente para desenvainar su navaja.
No faltan quienes dicen que murió de viejo, achacoso de los huesos, pero con la mente lúcida hasta el final, dando ideas, consejos y sugerencias al mujererío que agradecido de un pasado noble, lo atendía hasta su final.
Pero, no faltaron quienes argumentaron que algunos espíritus, o dioses, tupinambás o
Tanto así, que a pesar de haber sido atraído hacia las sesiones de Umbanda, conociendo su personalidad, algunas escapadas se hacía hacia la noche del puerto, cayendo como peludo de regalo en alguna vieja y tradicional macumba, predecesora de la muy moderna Umbanda, dando apoyo y alegría a las pretas velhas de esa estirpe, y compartiendo algún trago con los pretos velhos, de esa misma gala de espíritus nobles.
A raíz de sus deslices, antes y después de la muerte, casi casi, como que se estableció en forma natural y espontánea, una forma de culto propio de Zé Pelintra.
"Malandro da Rua" (por: João do Rio)
Ese “señor del farol” o: “Don Farolito”, trajeado en su ambo blanco inmaculado, con su corbata carmesí, su clavel del mismo color en el ojal, sombrero ladeado, para esconder la furtiva mirada disimulada y escrutadora de miles de situaciones callejeras, en la típica figura del “malandro”; el anti héroe que a los Yankees les costó muchos años más para inventar en el cine. Claro, el yankee no tiene el clima carioca, y la reproducción, hasta de ideas lúdicas, cuesta más en germinar y fructificar.
Más tarde, vinieron las diferentes facetas de su personalidad, de terreiro a terreiro, de medium a medium, de clase social y raza, a otras.
Recién entonces, es que por primera vez, saliendo de Río en viaje –cosa que en vida nunca pudo ni quiso hacer- llega al catimbó. En realidad, el catimbó fue el que se acercó a las áreas urbanas, por hambre, por trabajo, por sequedad de ese territorio sujeto desde siempre a los caprichos del clima, y allí lo conocen, Y allí lo invitan a que visite su territorio rural.
Allá, en el catimbó, en medio de la caatinga, se encontró con la noble estampa del curtido indígena, y con sus valores culturales. Allí, evidentemente, no podía timbear, ni beber hasta la borrachera, entonces optó por “convertirse” en “doutor” (doctor de medicina popular, de leyes, de consejos, y de la vida).- africanos, vinieron a buscarlo, próxima su muerte, para llevárselo con ellos, y metamorfosearlo en la entidad que más tarde reaparecería, en los terreiros de la novel Umbanda carioca (en ese entonces no existía otra que la carioca) para delirio y eufórica alegría del pueblo pobre, que en sus años fuertes él supo proteger y comandar, alentándolo a disfrutar de la vida, a pesar de la opresión del sector social rico y poderoso.
Carioca él... tan carioca, que luego de su muerte, que unos dicen fue por infarto en la vía pública, otros por puñaladas de una mujer, sus opuestos insisten que fue por las puñaladas del “macho” de dicha mujer, otros más, dicen fue a manos de la policía en un enfrentamiento callejero, donde no le dieron tiempo a levantar la pata para deslizar con agilidad gatuna sus golpes de capoeira, ni ángulo suficiente para desenvainar su navaja.
No faltan quienes dicen que murió de viejo, achacoso de los huesos, pero con la mente lúcida hasta el final, dando ideas, consejos y sugerencias al mujererío que agradecido de un pasado noble, lo atendía hasta su final.
Pero, no faltaron quienes argumentaron que algunos espíritus, o dioses, tupinambás o
Tanto así, que a pesar de haber sido atraído hacia las sesiones de Umbanda, conociendo su personalidad, algunas escapadas se hacía hacia la noche del puerto, cayendo como peludo de regalo en alguna vieja y tradicional macumba, predecesora de la muy moderna Umbanda, dando apoyo y alegría a las pretas velhas de esa estirpe, y compartiendo algún trago con los pretos velhos, de esa misma gala de espíritus nobles.
A raíz de sus deslices, antes y después de la muerte, casi casi, como que se estableció en forma natural y espontánea, una forma de culto propio de Zé Pelintra.
"Malandro da Rua" (por: João do Rio)
Ese “señor del farol” o: “Don Farolito”, trajeado en su ambo blanco inmaculado, con su corbata carmesí, su clavel del mismo color en el ojal, sombrero ladeado, para esconder la furtiva mirada disimulada y escrutadora de miles de situaciones callejeras, en la típica figura del “malandro”; el anti héroe que a los Yankees les costó muchos años más para inventar en el cine. Claro, el yankee no tiene el clima carioca, y la reproducción, hasta de ideas lúdicas, cuesta más en germinar y fructificar.
Más tarde, vinieron las diferentes facetas de su personalidad, de terreiro a terreiro, de medium a medium, de clase social y raza, a otras.
Recién entonces, es que por primera vez, saliendo de Río en viaje –cosa que en vida nunca pudo ni quiso hacer- llega al catimbó. En realidad, el catimbó fue el que se acercó a las áreas urbanas, por hambre, por trabajo, por sequedad de ese territorio sujeto desde siempre a los caprichos del clima, y allí lo conocen, Y allí lo invitan a que visite su territorio rural.
Allá, en el catimbó, en medio de la caatinga, se encontró con la noble estampa del curtido indígena, y con sus valores culturales. Allí, evidentemente, no podía timbear, ni beber hasta la borrachera, entonces optó por “convertirse” en “doutor” (doctor de medicina popular, de leyes, de consejos, y de la vida).- africanos, vinieron a buscarlo, próxima su muerte, para llevárselo con ellos, y metamorfosearlo en la entidad que más tarde reaparecería, en los terreiros de la novel Umbanda carioca (en ese entonces no existía otra que la carioca) para delirio y eufórica alegría del pueblo pobre, que en sus años fuertes él supo proteger y comandar, alentándolo a disfrutar de la vida, a pesar de la opresión del sector social rico y poderoso.